Mientras sigamos viviendo en nuestra realidad cavernícola de “lo que veo es lo que hay”, percibiremos carencia; percibiremos las diferencias de opinión de todo tipo, ya sean religiosas, políticas o personales. Cuando vamos más profundo, comenzamos a darnos cuenta de que no hay nada que esté mal, que existe una abundancia absoluta en todo, que no hay carencia alguna.

Los seres humanos tenemos la capacidad de crear, de cambiar, de tener todo lo necesario. No lo podemos percibir, pero hay más que suficiente y, si no lo hubiera, siempre podemos crear más. Tenemos la capacidad de crear más allá de lo que las generaciones del pasado pudieron haber soñado. ¿Pero dónde está nuestro enfoque? Mientras sigamos enfocados en la carencia, toda nuestra energía se verá canalizada hacia la protección.

Algunos de nuestros líderes son personas dinámicas y creativas, pero mientras estén enfocados en defender y proteger, se desperdicia un recurso enorme: la innovación, que podría estar dirigida hacia inventos positivos y hacia la transformación social. Las armas que hemos desarrollado para la guerra son fenomenales. Nuestra capacidad de diseñar máquinas para la matanza es fenomenal. Nuestra capacidad de espiarnos los unos a los otros es fenomenal. ¡Mira la destreza con la que nos unimos como ejército para destruir!

Sin embargo, la humanidad no puede unirse en pos de la paz. ¿Por qué? Porque percibimos carencia. Si estamos en la superficie de la mente siempre percibiremos carencia, pues la percepción del intelecto es limitada, ya que estamos perdidos en nuestros propios munditos, en lo que “yo” necesito. ¿Por qué? Porque es el intelecto el que experimenta carencia.

El intelecto piensa que cuando da, pierde algo, pero la realidad es lo contrario. Cuando damos, recibimos. Mientras más damos, más creamos. Mientras más nos unimos, más poder tendremos ya que estaremos abrazando todo. Pero si hemos de construir una sociedad basada en esa nueva actitud, debemos cultivar una percepción mucho más profunda de nuestro ser, más allá de la percepción individualista y egotista.

Si en conjunto empezamos a realizar este cambio, no solo nos veremos beneficiados en nuestras propias vidas, sino que el enfoque colectivo de la humanidad comenzará a cambiar. Como consecuencia, los líderes que representan el estado actual del mundo empezarán a reflejar esa transformación.

Ya está sucediendo: hoy en día, un cambio increíble de conciencia está ocurriendo alrededor del mundo. Algunos líderes están empezando a darse cuenta de la importancia intrínseca de que los humanos se valoren a sí mismos a través de encontrar su propia esencia, su propia paz, su propio amor.

El cambio verdadero llegará al mundo cuando la humanidad evolucione hasta tomar responsabilidad como un todo, no como unidades separadas. Hemos de convertirnos en ciudadanos globales: Yo soy responsable de mí mismo, de mi amor, de mi gente, de mi mundo. Yo soy responsable de todo.

Articulo original tomado de Estrella Valpo