La transigencia, las máscaras y la mediocridad son las características que vemos a nuestro alrededor  y que criticamos constantemente.  Lo vemos en el afuera, en los titulares, en las redes sociales, en la TV, en las novelas, pero ¿lo podemos ver en nosotros mismos?

Juraríamos que nada de eso es nuestro, pero te invito a abrirte a la posibilidad de que sí pueda serlo. No para juzgarte, sino para erradicar lo que internamente esté sosteniendo – aunque sutil y solapadamente – la existencia de estos aspectos en nosotros. Todo aquello que nos molesta en lo externo, es nuestro, y si  podemos reconocerlo, amarlo y sanarlo, ya no seguirá en un lugar oscuro generando dolor ni provocando sufrimiento.

Cuando cambiamos nosotros, cambia el mundo que nos rodea.  Cuando uno se sana a uno mismo en esos lugares de sufrimiento y falta de amor, se eleva la vibración del amor en todo.  Merece experimentarse.  

¿Cómo puedo hacer este cambio? Si no me gusta algo en el afuera, primeramente me pregunto: ¿dónde está eso en mí? ¿Cómo puedo cambiar eso mismo dentro mío? Y permanezco dispuesto a ese cambio para que comience a ocurrir.

Por ejemplo, si el caso fuera:
 «Me engañan, me mienten, me defraudan, y me abandonan sin decirme por qué»,  lleva hacia adentro las pregunta:

¿Dónde me engaño yo a mí mismo?

¿En qué me miento?

¿Qué expectativas alimento y me expongo a no lograrlas, porque en el fondo no me siento capaz?

¿A qué le tengo miedo cuando me enfrento a una situación?

Lo importante es ejercitarse en no temer a este tipo de profundización, hacerlo con la disposición de cambiar para crecer. Así comenzamos a cultivar la certeza de que sí  merecemos lo mejor, y a actuar en consecuencia.  

Cuando me estoy sintiendo víctima, esperando que me den, puedo elegir darme a mí misma internamente aquello que estoy esperando. Apreciar todo lo bueno que hay en mi vida, aunque sea mínimo, en lugar de quejarme en automático por lo que no hay. Agradecer todo lo nuevo que va brotando como consecuencia de estos cambios.


Y si lo que hago en forma automática es pelear y defenderme, usaré esa misma energía de pelea para cambiar. Pelear es solo una explosión superficial que genera siempre lo mismo.  Tenemos que ir más allá de la defensa que implica la pelea, para que la transformación eche raíces profundas en nuestro interior.   Movemos responsablemente la rabia que genera, para liberar esa energía en forma saludable, y cuando la liberamos, emerge todo el potencial creativo y vital.

Esta es una invitación para traer a la luz nuestras respuestas automáticas y de ese modo, comenzar a cultivar una diferencia. De esta manera nos vamos quitando las máscaras con las que nos ocultamos de nosotros mismos, de lo que sentimos, y comenzamos a experimentar una seguridad interna que va creciendo y que es confiable. 

En forma natural, esto se traducirá en una claridad en nuestras relaciones, basada en la confianza, transparencia y vulnerabilidad para expresar lo que realmente sentimos, pues estaremos presentes y atentos, sin abandonarnos ya más.

Articulo original tomado de Estrella Valpo