Se nos enseña a tener miedo. No se nos enseña que somos perfectos exactamente como somos, no se nos enseña que somos la fuente del amor. Esa perfección con la que nacemos no es nutrida, de hecho es lo opuesto. Se nos enseña que fundamentalmente hay algo que está mal con nosotros, y entones comenzamos a modificarnos y modificarnos.

Comenzamos a dudar de nosotros y luego a buscar en lo externo, y todos lo que se nos enseña está basado en el cambio de nuestra esencia y en el miedo: “tienes que ser así, tienes que enfocarte en esto, necesitas ser el mejor, necesitas tener éxito, necesitas ser hermosa, necesitas ser joven, necesitas esto y aquello”. Nadie te dice: “eres absolutamente perfecto, saliste perfecto, Dios no se equivoca”.

No: “Cállate, no llores, no te enojes, eres un poquito petisa, tendrías que ser más alta, no vas a ser bueno en fútbol, ¿qué vas a hacer ahora? todos en nuestra familia son doctores, ¿qué quieres decir con que no quieres ser médico? ¿cuándo te vas a casar y tener hijos? ¡no me digas que eres gay! ¡nadie en nuestra familia es gay! No seas ridículo, es sólo una etapa.”

A todos nos enseñan que hay algo malo con nosotros, que todos tenemos algo que está tan mal, que lo tenemos que esconder. No somos perfectos, no somos únicos. ¿Y nos preguntamos por qué estamos llenos de miedo?

Fundamentalmente no nos amamos a nosotros mismos y constantemente necesitamos a alguien en lo externo confirmándonos que no somos lo suficientemente buenos, porque es así como nos sentimos internamente. Pero si simplemente nutriéramos esa perfección, nos empoderaríamos el uno al otro, nos apoyaríamos a ser lo mejor de lo que somos en todas nuestras representaciones tan singulares, no habría conflicto en el mundo.

Sería un mundo de personas progresistas, dichosas, proactivas, unidas en el amor, amándose a sí mismas. Estaríamos disfrutando nuestras diferencias como si fueran distintos sabores o colores, en lugar de sentirnos tan mal que tratamos de tirar a todos para abajo, como niños inseguros, o más aún, como adultos inseguros.

Este es el por qué el amor está siempre ahí: lo bueno, lo malo, lo indiferente, en realidad no tiene diferencia porque el amor está siempre ahí. Las cosas tal vez no estén saliendo como tú quisieras, quizás sea todo un desastre y ahí es cuando tú necesitas conectarte con el amor interno, cultivar esa experiencia, encontrar el silencio, la paz y la plenitud que están más allá de todos los dramas y el sufrimiento.

Es en este momento que necesitas enfocarte más. La conciencia no es una curita, no vas a ponerte una curita cuando te sientes mal y ya, listo. No es así, tiene que ser una elección en cada momento, sin importar lo que esté sucediendo en el afuera, porque cuando esta experiencia empieza a expandirse te vas a dar cuenta que no hay nada más hermoso que eso, nada más importante, se va a transformar en tu único apego: tu conciencia, tu paz, tu amor, esa energía, esa seguridad interior que está simplemente ahí. Y es tuya y es eterna. No es una curita, es tu ser completo.

Articulo original tomado de Estrella Valpo