La experiencia de la perfección es una experiencia de conciencia pura. La conciencia sabe de la perfección, sabe que esto es una ilusión de dualidad.
Para el intelecto, dentro de la experiencia humana, nada es perfecto, desde allí es imposible percibir la perfección, porque dentro de la experiencia humana tienen una larga lista de lo que está bien y otra larga lista de lo que está mal, pero todo lo que ves es tu proyección.
Cuando limpias la ventana a través de la cual percibes la vida, puedes comenzar a ver la perfección en todo. A medida que vas dejando ir los juicios internos, también se van los juicios externos. No es algo que tú puedas pensar o calcular, es un proceso. Simplemente es, es unidad. No es una idea, no es un concepto que yo deduje a través de mi intelecto como si fuera un matemático. No pensé: «esto, mas esto, mas esto, es igual a perfección». No, es mi experiencia a través de la unidad en la medida que ésta comienza a desenvolverse.
El asunto es que no tenemos idea de cómo somos, tenemos solamente un concepto de nosotros. Si le pido a alguien que se describa a sí mismo, lo primero que hará será decirme lo que “hace”: “hago esto, esto y entonces soy esto”. Pero en realidad no tenemos idea de quiénes somos.

Entonces, cuando comenzamos a estar más presentes y a expandir nuestra conciencia, empezamos a tener revelaciones: nos comenzamos a conocer, a ver claramente. “¡Oh, yo hago eso! Odio la gente que hace eso”.
«¡Ah, soy así! Qué amoroso es eso, no me di cuenta que yo también soy así «.
En la medida que evolucionamos vamos a seguir viendo cosas: aquello que me sirve, lo que me trae dicha, felicidad, los lugares que no me llevan a experimentar paz, etc. Entonces las cosas que me hacían sufrir, las voy a empezar a dejar ir.
A medida que comienzas a entrar en un proceso de crecimiento y expansión de tu conciencia, comienzas a tener realizaciones que son aspectos de la unidad: los juicios comienzan a disolverse, comienzas a percibir de manera diferente a medida que vas removiendo tu estrés, las cosas dejan de molestarte como antes.
Y en algún momento vas a experimentar muchísimo amor y compasión con cada situación. Y eso eres tú, percibiendo la perfección. No es tolerancia, viene del corazón, de la compasión, y es natural. El corazón tiene que ser el maestro, y la conciencia va a comenzar a atestiguar la mente.
Entonces, ¿por quién quieres ser guiado? ¿Por tu divinidad, tu esencia pura, por el absoluto? ¿O por todo lo que sucedió anteriormente en tu vida? Y en algún punto, cuando esto sucede, tu puedes elegir: “Ah, esto me lleva al sufrimiento, no sirve» «Esto otro sirve».
Porque cuando estamos llenos de estrés, las limitaciones, el ego, los dolores, los dramas, la depresión y todas esas cosas que nos han sucedido, son como el titiritero, y no queremos eso, queremos entregarnos al momento, conocer quiénes somos, confiar en nuestra experiencia, fluir con eso sin el miedo del pasado ni del futuro.
Nuestra conciencia es nuestra esencia pura, es el corazón, es nuestra divinidad.
Articulo original tomado de Estrella Valpo