Cuando estoy enseñando y hablo acerca de nuestro programa, siempre les explico a los nuevos practicantes cuán habituales son sus comportamientos, cuán fuertemente están nuestros hábitos incrustados en nuestras mentes y en nuestro subconsciente.
Índice de contenidos
Respuestas automáticas
Les voy a dar un ejemplo: si se ponen a pensar,
se darán cuenta que hemos hecho lo mismo todas nuestras vidas, de modo que es natural, porque somos tan robóticos, continuar haciendo las mismas cosas. Quizá no nos sirvan, pero están tan profundamente programadas, que son respuestas automáticas.
Cuando elegimos el amor
Creo que una de las cosas que más amo de este Sistema es que es altamente adictivo, porque, por el efecto que tiene en la mente – la perfecta coherencia que causa entre el hemisferio izquierdo y el derecho del cerebro – hace que sea más natural elegir practicarlo, y cada vez que lo elegimos, vamos hacia adentro, como un virus iluminado, pero desprogramando la matrix, la cual está llena de una multitud de comportamientos repetitivos basados en el miedo.
Reprogramando la mente
Cuando el programa colapsa, la computadora experimenta inestabilidad, y a veces lleva tiempo adaptarse y aceptar el nuevo programa y soltar lo que redunda. Pero el Sistema es amor incondicional, y el virus del amor se disemina rápidamente, porque en realidad es la naturaleza y la grandeza de quienes somos.
Siempre utilizo mi experiencia australiana como ejemplo. Toda mi vida he manejado en Australia. Allí, cuando cruzo la calle, los coches vienen en dirección opuesta a como vienen en América. El volante está del lado contrario, todo está en el lado contrario. Conduje mucho en Australia, cientos de miles de kilómetros, así que sigue siendo muy habitual para mí, cuando cruzo la calle, mirar en la dirección contraria.
¿¿Me estoy parando en frente de los coches porque tengo un deseo profundo de kamikaze, de aniquilarme a mí misma?? ¿O me paro en frente de los coches porque es habitual en mí, robótico y natural? ¡Que pregunta! No es natural para mí querer matarme, pero este comportamiento está rodeado de esa consecuencia.
Cuando no somos conscientes
Entonces:
¿Por qué voy a estar constantemente haciendo algo que me puede lastimar o dañar?
¿Por qué voy a elegir repetitivamente el miedo?
¿Por qué voy a alejar repetitivamente el amor?
¿Por qué me voy a inyectar repetitivamente heroína en el brazo?
¿Por qué voy a elegir repetitivamente una relación abusiva?
¿Por qué me voy a abandonar repetitivamente a mí misma?
¿Por qué?
Porque no sé lo que hago, no soy consciente, es habitual.
Cuando Jesús dice: “Perdónalos Padre, porque no saben lo que hacen”, está hablando de eso. El Padre es la conciencia, es su conciencia, y él puede ver todos los aspectos de sí mismo que no están experimentando esa grandeza.
Entonces aparece la compasión,
o el perdón,
porque no saben lo que hacen.