Nos han hecho creer que estudiando, casándonos, teniendo hijos, una linda casa, nos sentiremos completos y felices,  pero no es así: necesitamos amarnos. Es allí donde radica la verdadera felicidad, en amarnos a nosotros mismos, y eso no tiene nada que ver con lo que suceda o no externamente.  

Tu te puedes casar, puedes tener muchos niños y hacer todo lo que quieras, pero para ser realmente feliz, en forma permanente, tienes que amarte a ti mismo primero y como consecuencia, todo va a funcionar en lo externo.  

¿Cuántas personas que están casadas, con hijos, que tienen una profesión, que trabajan en lo que aman,  no son felices? ¿Sabes cuántas? El 90%. No son completamente felices.  Porque tienes que llegar a amarte a ti mismo. Y una vez que eso sucede, las cosas que tengas, lo que hagas, las relaciones que tengas, tu matrimonio, tus hijos, que son maravillosos, los podrás disfrutar  de verdad.

¡No es que yo esté en contra del matrimonio, ni de los hijos! En realidad es lo opuesto. Lo que yo deseo es que los disfrutes,  que los ames

incondicionalmente, que no estés proyectando tus miedos en ellos, que seas feliz contigo mismo, y de ese modo vas a enseñar a tus hijos también a ser felices.  

Porque es justamente eso lo que a los niños no se les enseña en las escuelas: a cómo ser felices, a cómo vivir y a cómo comunicarse.  Se les enseña a sobrevivir. Pero no les enseñamos a amar, a amarse a ellos mismos. No les enseñamos a encontrar paz. No les enseñamos a mover sus emociones.  No les enseñamos a comunicarse.

Y esos son aspectos vitales para vivir una vida plena, completa.  

¿Y qué es lo que les enseñamos?:  “consigue un buen trabajo, estudia una buena carrera, encuentra una buena pareja, ten lindos niños,  y entonces vas a ser feliz”.

Tienes que dar una mirada realmente profunda dentro de ti mismo y dar una mirada a la receta para la felicidad.  Y vas a poder ver que los ingredientes ya no funcionan,  que la torta está saliendo muy chata, que tendría que ser esponjosa, que  tendría que estar llena de amor.

Entonces ¿cuáles son los ingredientes que vamos a usar?:  el amor incondicional a uno mismo, la capacidad de dar, la capacidad de compartir, la capacidad de enseñar desde el amor y no desde el miedo.  Permitir que los niños sean ilimitados, que tu pareja sea ilimitada, en lugar de estar continuamente controlándolos, llenos de temores. Esa, para mí, es la receta para una vida feliz, un matrimonio feliz, hijos felices, una escuela feliz, un país feliz, un universo feliz: el amor incondicional.

Y esto nos  lo han estado diciendo por toda la eternidad.  Por toda la eternidad. Todos los grandes maestros espirituales lo han estado diciendo desde siempre.  Sé el amor, encuentra el amor, da amor, enseña desde el amor.

Tal vez ahora vamos a escuchar.  Parece que estamos escuchando más, ¿no?  Así que chequea los ingredientes de la torta  para estar seguro de que no haya algo que te esté faltando  allí.

Articulo original tomado de Estrella Valpo