En Puerto Madryn, Argentina, decenas de ballenas vienen a parir en las aguas de la península Valdés. Es asombroso llegar cerca de tan enormes criaturas. Son los animales más grandes del mundo y seguramente los más poderosos,  sin embargo todo lo que hacen es irradiar amor. Son paz pura, amor puro. Miran hacia ti perezosamente como si fueras alguna rara especie de insecto, y luego vuelven a sumergirse.

Las ballenas vienen con sus bebés, ¡y éstos toman dos mil litros de leche al día! La pobre mamá pasa la mayor parte del tiempo amamantando a su bebé y cuando se cansa, se da vuelta panza arriba. El bebé comienza a golpear a la mamá con su aleta en un intento por hacerla voltear. ¡Es fuerte tener a un ballenato golpeándote con su aleta! Pero mamá sólo reposa allí en perfecta paz… Lo deja tener su pequeña pataleta, continúa descansando, y no piensa: “No debería cansarme,  no le estoy dando lo suficiente a mi pobre bebé”. Los animales nunca se juzgan, para ellos todo es perfecto.

Cuando la madre ha descansado, le enseña al bebé a saltar fuera del agua. Cuando mamá salta, es poesía en acción. ¡Cuando el bebé intenta imitarla, da grandes saltos de barriga, ¡un desastre! Pero su madre no dice: “¡Ay, Dios mío. No lo estás haciendo apropiadamente! ¡Me estás avergonzando delante de las otras ballenas!” No. Ella sigue saltando y él continúa practicando, hasta que llegan a una perfecta sincronía.

La naturaleza no juzga. Es amor puro, es ser puro, perfectamente en el momento. Y así también es la naturaleza de una conciencia elevada. Una persona con conciencia elevada experimenta libertad y se ama exactamente como es.

Mi vida era lo opuesto a esta libertad. Todo y todos tenían que ser como yo pensaba que “debían” ser, si no,  no podía encontrar paz en mi mente. Era apegada a todo: a mi país, a mis ideas, a mis amigos, a  mi familia, a mi perro.

Ahora fluyo con todo, puedo encontrar perfección en cualquier situación. Experimento alegría y libertad sin importar dónde o con quién esté. Tener esta plenitud es lo que buscamos toda la vida. Consumimos toda nuestra energía tratando de alcanzar esta experiencia, ya sea buscando la pareja perfecta, o mudandonos de casa, o cambiando de profesión, o saliendo de expedición a las tiendas. Cualquier cosa que pueda apaciguar el descontento inexorable de la mente.

Intentamos todas estas cosas, pero la libertad está adentro. Es una experiencia interna.

Abraza la magia. Estamos tan perdidos en nuestro estrés que nunca podemos ver la magia que nos rodea,  porque no estamos presentes. Podemos estar en los lugares más hermosos, rodeados por vistas panorámicas espectaculares, sin poder apreciarlas verdaderamente, porque nunca estamos realmente allí. Siempre estamos en otra parte, preocupados por un momento futuro o por alguna desgracia pasada.

El más ligero contacto con el amor-conciencia cambia todo en un instante. Cuando experimentas eso, todo lo demás se vuelve secundario. Porque tu corazón sabe. Y él nunca olvida.

Articulo original tomado de Estrella Valpo