La pérdida de la inocencia es una de las grandes tragedias de la humanidad.
Los niños intuitivamente abrazan la creación y la destrucción como parte natural de la vida. Todos fuimos niños, abiertos a la magia de lo desconocido que nos aguarda en cada esquina. Como adultos, la mayoría de nosotros trata de preservar lo viejo a toda costa, en un vano intento por protegernos de la incertidumbre.
Nuestra percepción del mundo está tan distorsionada por el sufrimiento que no somos capaces de ver las cosas de una forma nueva o abrazar la belleza del presente. Esta pérdida de inocencia desbarata continuamente la magia de nuestra vida. Nos percibimos frágiles, vulnerables, llenos de defectos y debilidades,y tratamos de esconder nuestra fragilidad dentro de una falsa ilusión de control.
Durante la temprana infancia,ya comenzamos a adoptar los miedos y restricciones de aquellos que nos rodean nos volvemos limitados, necesitados y dependientes del afuera y aprendemos los códigos de manipulación que debemos usar para recibir lo que queremos. Aprendemos cuáles son las emociones apropiadas y qué respuestas recibiremos cuando mostremos esas emociones. En pocas palabras, aprendemos lo que funciona y lo que no funciona para obtener lo que deseamos.

A medida que vamos creciendo seguimos con esos comportamientos en la escuela. Aprendemos cuándo mentir y cuándo decir la verdad, qué tenemos que esconder, qué decir, qué es apropiado, qué es cortés, lo que nos debería gustar, por quién debemos votar… en síntesis, aprendemos cómo complacer a los demás para obtener lo que queremos.
¡O nos vamos al otro extremo! Hacemos pataletas, nos teñimos el cabello de púrpura, nos volvemos rebeldes. Si nuestros padres son conservadores, nos convertimos en liberales. Arrastramos a casa a los novios y novias más inapropiados y que nuestra familia no aprobaría, y acogemos todo aquello que pueda causar más escándalo, oponiéndonos a todo. ¿Para qué? Para recibir atención.
Entonces, están la “buena” chica o “buen “chico,yel rebelde o niño salvaje. No importa cuál de estas identidades adoptemos, todos estamos clamando por el amor y la aprobación del mundo exterior.
Lo únicoque puede llenar el corazón humano es el amorconciencia, y nosotros lo hemos abandonado. Cuando estamos anclados en esa experiencia, automáticamente encontramos plenitud. Descubrimos una paz y una dicha internas que nunca cambian y están siempre presentes, siempre llamándonos de vuelta a casa.
Cuando experimentamos esta plenitud interna, soltamos nuestras ideas acerca de lo que necesitamos para ser felices. Cuando dejamos de creer en lo que nos dice el intelecto sobre cómo deben lucir las cosas, re descubrimos la magia de lo desconocido. Y en ese momento nos encontramos de pie en una habitación sin paredes, con nuestro corazones abiertos a recibir la abundancia del universo. Finalmente tenemos el tesoro más inmenso de todos: ser libres del miedo y percibir con inocencia la perfección en todo.
Articulo original tomado de Estrella Valpo