El uso de la “medicina animal” es ampliamente practicado en las tradiciones de los nativos americanos. Los chamanes utilizan el “espíritu animal” para ayudar a los individuos a desarrollar las capacidades únicas que cada especie representa. La habilidad del buho de “ver en la oscuridad” simboliza la perspicacia de percibir las sutilezas de la vida más allá de su apariencia; la inteligencia aguda del lobo representa la claridad de decisión y un espíritu libre; el oso es invocado por su fortaleza confiable y calmada.
Estar en la presencia de los animales nos recuerda lo que es verdaderamente importante —el afecto, la alegría, el juego, el disfrute— a diferencia de las preocupaciones que inquietan constantemente al intelecto. Los animales viven plenamente en el momento presente, contentos de ser ellos mismos.
Si tienes una mascota aprovéchala para estar realmente presente, recordando cada día la importancia de disfrutarla. Ellos son compañeros fieles, listos para recordarte con su amor incondicional y su afecto, lo muy especial que verdaderamente eres. No se resienten y nunca te juzgan, están siempre listos para amarte. Sólo necesitas abrirte a recibir su afecto, tal como lo
hacen ellos.
Si no eres amante de los animales, ¡te invito a conocerlos! Busca estar en su presencia y obsérvate: quizá empieces a ser consciente de cierta resistencia a recibir afecto, o de una barrera artificial que has erigido para poder sentirte en control de ti mismo y de tu entorno. Para vivir en plenitud, para realmente conectarnos con nuestro entorno, debemos dejar caer esas barreras. Creemos que nos mantienen a salvo, pero en realidad, nos mantienen distantes. ¿De qué nos sirve la seguridad si nos impide vivir?

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La sabiduría del zorro
Cuando vivía en Australia, vi una vez a un zorro corriendo apresuradamente hacia una cañada con algo blanco en su boca. Me acerqué para poder verlo mejor y me di cuenta que era un pedazo de lana de oveja. Se metió en el agua, sosteniendo con cuidado el pedazo de lana por arriba de la superficie. Después de un rato la soltó y salió del agua. Al flotar hasta la orilla, vi que la lana estaba cubierta de pulgas. El ingenioso zorrito la había llevado al agua para que sus pulgas “abandonaran el barco”, para luego soltarla junto con los parásitos que lo estaban mordiendo, ¡más efectivo que cualquier collar anti pulgas!
Los animales saben instintivamente qué hacer, sin tener que pensar. Cuando aprendemos a vivir más allá del nivel superficial de la mente, nuestra ingeniosidad natural encuentra soluciones novedosas a problemas que quizás parecieron imposibles de resolver, como lo hizo el zorrito.
Cuidar a un animal conlleva responsabilidad, cultiva nuestra capacidad de comunicarnos de maneras no verbales. El estar consciente de las necesidades del animal requiere aprender, de una forma más sutil, a escuchar a nuestro entorno y tiene implicaciones importantes en nuestra capacidad de relacionarnos con los demás, ¡tanto humanos como no humanos!