Todos los aspectos de la creación son válidos, no podemos rechazar ninguno de ellos. La destrucción conduce al renacimiento. El mundo danza de la tormenta a la calma en el flujo y reflujo de la evolución. Con cada cambio, el mundo renace en una vibración superior, reafirmando los valores de la alegría y el amor, liberándose de la densidad del miedo, evolucionando y siempre creando algo mejor.
Si estás viendo la violencia externa y sientes rechazo, si te afecta y la sufres, es índice de que existe un lugar interno en donde debes conectarte más contigo mismo y encontrar ese espacio en el que estás siendo violento o te estás constantemente juzgando por todo, ese lugar donde eres agresivo contigo, – seguramente también con los demás, – o tienes esas explosiones, u oscilas en la pasividad, pero más allá de como sea, lo importante es que te conectes, porque esto tiene su comienzo adentro.
Todos criticamos lo que sucede afuera, la inseguridad, la violencia en todos los sectores, el maltrato, la corrupción. Pero verás que cuando te conectes realmente dentro de ti, sin criticarte sino viendo – con el ánimo de evolucionar – podrás transformar la inseguridad interna, podrás dejar de ser violento internamente como respuesta a cosas mínimas o equivocaciones en lo cotidiano, te tratarás bien y con respeto, consumiendo lo que te favorece, cultivando tu salud, ejercitando tu cuerpo, y – lo que nos es más difícil de ver – acabarás con la mentira internamente, acabarás con el autoengaño, aquello que se dice y hace por complacer al otro pero sin sentirlo realmente, y que luego se transforma en resentimiento, lo que da lugar a otro combate interno y agresividad externa. ¿Te resuena esto?
La naturaleza, con su infinidad de especies, colores y formas, abraza la diversidad. La naturaleza no niega ningún aspecto de sí misma. La belleza de sus paisajes radica en el contraste y la variedad. Como la naturaleza, el amor también celebra la belleza de la diversidad. En lugar de percibir lo diferente como una amenaza, el amor no silencia ninguna voz. Es el ser humano el que tiene prejuicios, discrimina, separa.
Prejuicio significa ir a la guerra. Prejuicio significa estar defendiendo siempre una idea y justificando nuestra discriminación con la excusa de un bien mayor: el mejoramiento de la humanidad, la voluntad de Dios, etc. Los «ismos» son siempre justificados a los ojos de quien los promueve.
¿Pero cuántas de nuestras opiniones son realmente nuestras? En realidad, muy pocas de nuestras convicciones vienen de una experiencia directa. La mayoría las hemos adquirido de la familia o de la sociedad en general.
A lo largo de la historia se ha bombardeado, se ha luchado y sacrificado con el fin de proteger nuestras creencias. No hagamos eso ya más. Cada vez que luchamos por una opinión estamos creando nuestra propia mini-guerra.
Todo lo que ves en lo externo es una invitación para ir a conectarte adentro y abrazarte allí, esto es lo que yo llamo sanarse: poner armonía en donde hay disfunción. Es amándose como se establece esa paz, amándose y diciendo SÍ a la experiencia interna. Uno dice SÍ recibiendo el crecimiento que nos trae todo lo que la vida nos muestra. Todo se puede usar para ir adentro y sanar.