Existe un saber que está más allá de la mente. A diferencia de la comprensión intelectual, que siempre ve los dos lados de una discusión, esta voz nunca duda. Confía en sí misma totalmente y habla con absoluta claridad. Cuando aparece, llega sin previo aviso, y de repente te encontrarás hablando sin siquiera entender por qué. Sin embargo, te escucharás hablando la verdad. Tu lo sentirás. Escucha. Está allí, descansando en tu interior. La oirás. Habla desde la omnisciencia, con la energía del amor incondicional.

Solo hemos aprendido a obedecer las órdenes de nuestra mente, y permitimos que la dualidad y el juego del intelecto nos domine como si fuera nuestro amo. Nuestros pensamientos son escuchados con un “yo” adelante, y entonces, pasivamente, creemos que somos eso, y comenzamos a vivir desconectados de nosotros mismos. Y es porque no somos nuestros pensamientos, somos mucho más.

La mente es vasta, en su matrix está grabado todo lo vivido, lo escuchado, lo olido, lo degustado, lo sentido, todo, más allá de si lo recordamos o no. Entonces el intelecto habla, tratando de darle sentido a toda esa información de acuerdo a lo que cada momento le dispara, y por supuesto que es muy útil, pero solo si no nos dejamos gobernar pasivamente por él. Tenemos que permitir que nuestra acción sea guiada también por nuestro corazón.

Como en un pentagrama, los pensamientos son las notas musicales de la partitura: las ideas, los proyectos, los diagramas, los colores y el movimiento que damos a lo que nuestra mente propone. El corazón en cambio, vibra los silencios sobre los que la música se sostiene y viaja.

La matrix del intelecto es toda esa información grabada que moviliza el sentir, es un instrumento para vivir nuestra experiencia humana, pero no es lo que somos, es solo la melodía de nuestra personalidad.

¿Y por qué, si es una herramienta tan preciada, nos provoca tanto sufrimiento?
Porque hemos entrenado a la mente para enfocarse en el miedo. Aprendemos desde muy temprano: “no hagas eso porque te pasará esto otro”, “no seas así porque no te querrá nadie”, “no”, “no”, “no”. Estamos convencidos de ser estas personitas limitadas. Pero nada más lejano de nuestra verdad.

Enfoquémonos en erradicar los miedos que nos paralizan. En cada momento tenemos el poder de elegir. ¿Voy a evolucionar o seguiré culpando al afuera? Lo que eliges en cada momento define quien eres, y a medida que cultivas la conciencia puedes ver los comportamientos que te llevan a sentirte víctima, a manipular, y empiezas a cambiarlos, a dejarlos ir, porque son esos comportamientos los que te hacen sufrir.

Tenemos no uno sino mil pensamientos responsabilizando al afuera por la felicidad que no tenemos, ya sea en cuanto al dinero, la pareja, las posibilidades, el jefe, en fin, cualquier cosa. El punto es que apuntamos ese dedo hacia afuera, y lo tenemos que apuntar hacia adentro, hacia nosotros mismos, en lo más profundo. Ahí escucharás la voz del corazón. Habla desde la omnisciencia, con la energía del amor incondicional.

Articulo original tomado de Estrella Valpo