La discriminación nace como resultado de una resistencia a aceptar cualquier cosa que esté fuera de nuestras estructuras. Discriminamos lo desconocido, aquello con lo que no nos identificamos, aquello que no corresponde a nuestra teología, a nuestras ideas.
Para poder definirnos como individuos debemos tener una personalidad. Dentro de esta personalidad estructuramos sistemas de creencias, pero en cuanto comenzamos a identificarnos con estas creencias, sentimos que tenemos que defenderlas, porque ahora están definiendo quiénes somos. Pero a medida que nos convertimos en amor-conciencia, comenzamos a darnos cuenta que todas estas creencias son simplemente ideas que hemos cultivado a lo largo de nuestras vidas. Entonces ahora podemos abarcar nuevas perspectivas con una mente más abierta, en lugar del rechazo automático. Cuando nos transformamos en amor, abrazamos todo. Cuando nos limitamos a… [leer artículo completo]