Un carpintero algo mayor que trabajaba en una empresa de construcción, se sentía cansado y decidió pedir a su jefe una jubilación temprana. Este le rogó que construyera una casa más, antes de retirarse.
A regañadientes el carpintero accedió, frustrado, pues no quería esperar más. Construyó la casa tan rápido como pudo, realizando el menor esfuerzo posible, utilizando materiales de segunda clase y prestando poca atención a los detalles. Cuando la terminó se reportó con su jefe. Sonriente, éste le entregó las llaves de la casa:
—Te acabas de construir tu regalo de jubilación —le dijo.
Si solo damos el mínimo, si somos mediocres, somos nosotros quienes terminamos perdiendo. Cuando nos desafiamos a encontrar nuevas formas de dar, descubrimos pasión, satisfacción, y un renovado sentido de nuestra propia valía. A través del trabajo interior y la expansión de la conciencia, el cambio de actitud hacia el trabajo se hace aún más profundo. Cuando nuestra percepción se mueve más allá de la visión individualista y egoísta de lo que es nuestro, cuando nuestro sentido de quiénes somos trasciende los límites de nuestra personalidad para englobar a todos los seres, entonces damos al máximo, ya que sabemos que nos estamos dando a nosotros mismos.

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Apreciación en lugar de resentimiento
Por otro lado, las jerarquías y las estructuras son necesarias para que las empresas y la sociedad puedan funcionar. Somos todos iguales a nivel del ser, todos igualmente perfectos y merecedores de amor. Pero cada cual tiene diferentes habilidades, diferentes fortalezas y por lo tanto, desempeña algunos roles mejor que otros.
Un buen líder naturalmente inspira en sus trabajadores el respeto, la apreciación y la disposición a escuchar y a seguir instrucciones. Ahora, si te encuentras trabajando para un jefe egoísta, arrogante, perezoso, lo que te define a ti es cómo tú respondes a esa situación. En lugar de criticar constantemente y reafirmar todo lo que está mal con él, busca maneras de dar lo mejor de ti dentro de esas circunstancias. Inventa formas de mejorar tu respuesta ante sus caprichos.
Observa tu enojo y tus sensaciones de injusticia y resentimiento, y encuentra maneras creativas de liberar esos sentimientos y moverte más allá de ellos. Si lo haces – en lugar de resentirte con tu jefe – te convertirás en un ejemplo de todo aquello que tu jefe es incapaz de hacer; ¡quizás, hasta termines reemplazándolo!
Cada rol tiene valor dentro de una empresa. Solemos creer que los que están a la cabeza son los más importantes, pero cuando encontramos esa apreciación y ese amor dentro de nosotros, percibimos cada rol como una danza diferente dentro del ballet. Cada bailarín es importante, no sólo la primera bailarina.
El hecho de crear una cultura empresarial que celebre el rol de cada individuo, aportará mucho en la creación de una sociedad que abrace la diversidad y valore la unidad. Todos tenemos algo para agregar a la gran sinfonía de la vida. Todos somos valiosos.
Entrevista realizada en Estrella Valpo