La discriminación proviene de una resistencia a aceptar cualquier cosa que esté fuera de nuestras estructuras. Discriminamos lo desconocido. Discriminar es ir en contra de aquello con lo que no nos identificamos, que no corresponde a nuestra ideología, nuestras ideas. Para poder definirnos a nosotros mismos como individuos, debemos tener una personalidad. Dentro de esta personalidad estructuramos sistemas de creencias, pero en cuanto comenzamos a identificarnos con ellos, sentimos que tenemos que defenderlos porque definen quienes somos. A medida que nos convertimos en amor-conciencia, nos damos cuenta de que nuestros sistemas de creencias son simplemente ideas que hemos cultivado a lo largo de nuestras vidas. Empezamos a abarcar nuevas perspectivas con una mente más abierta, en lugar de un rechazo automático. Cuando nos transformamos en amor, encarnamos todo. Cuando nos limitamos a nuestra personalidad y a los sis- temas de creencias, no hay lugar en nuestras estructuras para nada más.

¿Cuántas de nuestras opiniones son en realidad nuestras? De hecho muy pocas de nuestras convicciones vienen de nuestra experiencia directa, la mayoría son adoptadas de nuestras familias y la sociedad en general. Lo que es correcto en una parte del mundo puede ser considerado incorrecto en otra. Lo que una generación rechaza, otra lo puede integrar.

Tener varias esposas en algunas culturas es ilegal, mientras que en otras es un símbolo de riqueza. El hecho de que una opinión sea generalizada no significa que sea válida, por ejemplo cuando todos pensaban que el sol giraba alrededor de la Tierra. Si lo buscas, podrás encontrar validación para casi cualquier opinión que tengas. La ilusión siempre confirmará tus temores, ya que funciona como un espejo imparcial, que refleja de vuelta aquello en lo que te estás enfocando. Si tienes un miedo o juicio, será fácil encontrar el apoyo externo que justifique tu prejuicio.

Prejuicio significa ir a la guerra. Prejuicio significa defender siempre una idea y justificar nuestra discriminación con la excusa de un bien mayor, para el mejoramiento de la humanidad, la voluntad de Dios. Los “ismos” son siempre justificados a los ojos de quien los promueve