Cuando sucede lo impensable, ¿cómo abrazar la pérdida o la tragedia? La crucifixión es quizás la quintaesencia y, ciertamente, el ejemplo más conocido de aceptación absoluta: frente a la traición, la humillación y la tortura. Jesús, en la cruz, dijo: “Padre, ¿por qué me has abandonado?”
Con estas palabras, Jesús renunció al último vestigio de resistencia a su realidad. Luego se rindió absolutamente a la adversidad extrema a la que estaba sujeto y se volvió uno con Dios: “Padre, ¡en tus manos encomiendo mi espíritu!”. Esta es la expresión última del amor: “abrazo todas mis creaciones —las dolorosas y las alegres— como una oportunidad para ser más de eso que realmente soy”.
Abraza tus creaciones como una oportunidad para ser más amor, incluso cuando tu reacción por acto reflejo es luchar contra ellas. Cuando algo “bueno” sucede, no dudamos en asumirlo como “mi creación”, pero cuando pasa algo que no nos gusta, ¡es culpa de otros! Ya sea que las cosas parezcan justas o injustas, podemos aprender a abrazar todo como una oportunidad para expandir nuestra experiencia del amor-conciencia.
Cuando estamos dispuestos a asumir la responsabilidad por nuestra creación, cada situación se convierte en una oportunidad para vaciarnos, para transformarnos en una mayor vibración de amor. Cuando nos agitamos por algo que nos sucede y queremos culpar a otro, podemos usar esta oportunidad para identificar y liberar las emociones y traumas pasados que están en la raíz. Podemos eliminar su carga internamente y removerla del sistema de apoyo de nuestra programación: la intrincada red de opiniones, traumas y estrés que conforman nuestra visión del mundo basada en el miedo.
Inconscientemente recreamos situaciones que detonan viejas emociones. Al identificarlas y permitirnos sentirlas, desenredamos los hilos de nuestra programación. De pronto, cada situación se convierte en una oportunidad: una oportunidad para sentir, para soltar las viejas percepciones que nos mantienen en una prisión auto impuesta y nos ciegan ante la belleza del mundo que nos rodea.
Hay tantas cosas de las que no deseamos ser responsables, porque más allá de cada adicción individual, tenemos una adicción mayor: la adicción al sufrimiento. Alimentamos esa adicción al reafirmar nuestro sentimiento de impotencia en estas situaciones, en lugar de acceder a nuestra capacidad de crear una realidad diferente para cada uno de nosotros.
Todas nuestras creaciones, hasta esta pandemia misma, nos están conduciendo a asumir la responsabilidad absoluta individual y social, la responsabilidad de ser la mejor versión de nosotros mismos, dando a los que son vulnerables, dándonos el cuidado para no contagiar ni contagiarnos, dándonos y compartiendo cuidados y amor en el núcleo familiar donde estamos en cuarentena y haciendo de eso un lugar de paz, tanto en nuestro interior como en aquello que nos rodea.
Crezcamos y evolucionemos con esta oportunidad. La verdadera responsabilidad nos lleva a la unidad con todo: yo soy eso, no hay nada que yo no sea y, por lo tanto, puedo decir un SI absoluto a eso y a todo. Permítete cultivar tu interior y desarrollar la paz y el amor como experiencia individual y a compartirla con todo y todos.
GRACIAS GRACIAS GRACIAS
Por la oportunidad de poder tener los relatos y información que entrega en sus clases y encuentros