Tenemos que soltar nuestras limitaciones y volar alto como los halcones.  Soltar todo lo ilusorio, los miedos, el estrés; todo aquello que nos impide experimentar nuestra naturaleza verdadera, aquello que yo llamo amor-conciencia.

Volver a conectarnos con nuestra inocencia

Cuando niños vivimos completamente en el momento presente, envueltos en una tibia manta de amor incondicional, y nos sentimos libres de volar alto como los halcones. Pero cuando llegamos a adultos ya hemos adquirido tantas ideas limitantes, creencias y miedos adoptados de la sociedad, que nuestra mente es como una matrix, y nos hemos enredado en esa red.

¿Quiénes somos?

Los miedos son robóticos, hemos creado una ilusión de separación de la grandeza de quienes realmente somos.  Porque no somos nuestros pensamientos, no somos nuestros miedos, no somos nuestras emociones. Somos mucho más que eso.

La ventana de percepción

Es como si estuviéramos mirando a través de una ventana sucia: al nacer está limpia, vemos las cosas como son, pero a medida que llegamos a adultos, acumulamos tantos miedos y limitaciones, que comenzamos a percibir todo a través de esa ventana manchada. Perdemos de vista el amor y comenzamos a responder desde esos miedos.

Esta ventana se ha ensuciado por las creencias limitantes que hemos acumulado acerca de nosotros mismos: que no somos lo suficientemente buenos, que no lo podemos lograr, que no nos merecemos, que no somos suficientemente lindos o inteligentes. Tenemos muchas ideas subconscientes que surgen como consecuencia de la experiencia de la niñez, y estos miedos comienzan a crear nuestra realidad.

Entonces, como adultos, pasamos la mayor parte del tiempo juzgando y calculando lo que está mal en nuestro exterior, siempre comparando, categorizando todo y a todos. Nos limitamos, intentando encajar en una forma “ideal” de ser. Hemos aprendido a culpar a nuestra experiencia humana como la fuente de todos nuestros descontentos, y realmente creemos que hay algo malo con ella.

Regresando a casa, a nuestro corazón

Cuando queremos volver a ese lugar de inocencia y perfección y realizamos el camino de regreso a casa, a nuestro corazón, volvemos a amarnos exactamente como somos y a vibrar nuevamente en la energía del amor-conciencia. Y la matrix del intelecto empieza a desaparecer.   Nos percibimos nuevamente, a nosotros y a todo a nuestro alrededor, a través de una ventana limpia. Podemos entonces ver la belleza y la perfección, en lugar de ver siempre lo que criticamos, lo que está mal.

Eligiendo el momento presente

El asunto es que los adultos no estamos nunca en el momento presente, sino al contrario, siempre preocupados por el futuro o lamentando el pasado, o arrastrando el pasado dentro de este momento, proyectando nuestros miedos. Cuando nos anclamos en el amor-conciencia nos damos cuenta de que tenemos el poder de crear lo que deseemos en nuestro mundo. Y cuando retornamos a nuestra propia naturaleza, comenzamos a vivir en armonía.

Aunque no seamos conscientes de ello, siempre estamos anhelando la libertad absoluta, siempre anhelamos una experiencia permanente de amor-conciencia, ese amor incondicional y esa paz que se encuentran dentro de todo ser humano.

Buscamos incesantemente esa paz,

ese amor y esa plenitud,

y eso solo lo podemos encontrar

en nuestro interior,

mas allá del ruido de la mente

y del sueño de la matrix,

en la quietud

del amor-conciencia.