Siempre que comenzamos un nuevo año, queremos dejar viejos hábitos que no nos favorecen en nuestro deseo de crecimiento interno.
Puedes empezar por darte tiempo. Establece una rutina diaria para hacer una introspección y permanecer contigo. Encuentra tiempo para caminar en la naturaleza y estar ahí de verdad, bebiendo de los sonidos y el paisaje, sintiendo la brisa, disfrutando de la luz que juega sobre tu rostro. Siéntate y simplemente sé, en lugar de estar siempre llenando cada momento con actividades.
Comienza a valorar la sencilla experiencia de estar vivo, la alegría de existir, sin estar haciendo cosas. Date cuenta de que cuando te das a ti mismo, das también a los demás: te equilibras y estás más relajado, lo que te permite servir mejor, con más alegría. También estás sirviéndoles por medio de tu ejemplo, inspirándolos a hacer lo mismo: cuidarse y ser responsables de su propia alegría. Descubrirás que cuando tú cambies, todos los demás van a cambiar. Tu espejo cambiará, puesto que finalmente estarás abierto a recibir.
Cuando llevas la atención hacia adentro y activas tu capacidad de atestiguar, es como si prendieras la luz en un sótano abandonado. Tal vez preferirías volver a apagarla en lugar de enfrentarte al desorden causado por años de negligencia. Sin embargo, reaccionar así no repara los daños. Si deseas limpiar el sótano, la luz debe seguir encendida y tenemos que estar dispuestos a enfrentar lo que allí encontremos.
La buena noticia es que lo que encontraremos no será tan terrible como quizás tememos. No hay dragones, ni demonios u otros monstruos; solo hay emociones. Puede ser atemorizante enfrentar nuestras emociones reprimidas, pero lo peor que puede pasar es que lleguemos a sentir. Nadie ha muerto por sentir una emoción. De hecho, nos hacemos mucho más daño, tanto física como psicológicamente, al ignorarlos.
Estamos tan identificados con nuestras mentes que creemos que somos lo que pensamos. Nuestros pensamientos tienen el poder de cambiar nuestro estado de ánimo: nos estresan, nos preocupan, nos arrastran a la depresión e incluso a los ataques de pánico. Mientras estemos a merced de nuestro intelecto caprichoso, nunca lograremos encontrar la felicidad duradera. Debemos hallar una roca sólida sobre la cual erigir nuestra casa: una base estable sobre la cual podamos construir una vida de paz, confianza y seguridad. Para ello, debemos convertirnos en testigos de la mente.
Para ir más allá de tus patrones de pensamiento habitual y anclarte en tu centro pacífico y silencioso, lleva tu atención por todo tu cuerpo y percibe las sensaciones que tienen lugar. Pregúntate: “¿qué estoy sintiendo?” Trata de identificar la emoción que te mantiene en la superficie. Permítete sentir la ira, la tristeza, el temor o lo que sea; deja que la emoción fluya naturalmente, sin juicios. Una vez que haya sido liberada, te será más fácil alcanzar la profundidad silenciosa para encontrar el tesoro que ahí espera.
Puedo decirte que, más allá de tus pensamientos, allí sobre las nubes, donde el sol de tu conciencia siempre brilla, lo ilimitado de tu ser es totalmente posible de abrazar en tu experiencia humana. Anímate, comienza este año iluminando tu vida. ¿Qué mas puedes desear?