Los niños nacen con ese vacío, con ese amor incondicional, con esa conciencia del momento presente, con esa perfección, con esa vulnerabilidad y esa capacidad de abrazar sin prejuicios, y dar. Esa es la naturaleza del amor. Entonces cuando llegan los niños, ¡tenemos un paquete de amor! Una creación única y perfecta, diferente cada uno a los demás, pero también idéntico, pues todo en realidad es lo mismo.

Pero luego nosotros les empezamos a decir que hay algo que está mal con ellos, y ellos comienzan a modificarse, a modificar todo, y comienzan a percibir que todo el amor está en lo externo.  Así que se adaptan, comienzan a cuestionar todo, a competir, a seducir, se ponen celosos, etc.  Si su entorno familiar es negativo, a menudo van al colegio y proyectan su ansiedad en los otros niños.

Lo que los niños necesitan es no perder esa perfección natural. ¿Y cómo podemos cultivar eso? La Fundación Isha Educando para la Paz lo hace a través de la Educación Meditativa, enseñándoles a enfocarse en la conciencia natural, esa que ya está allí. Si tú le preguntas a un niño «¿Cómo suena el silencio?”, no te miran como si fueras raro, simplemente te cuentan cómo, porque ellos lo escuchan. Y luego les dices «¿Puedes pensar AMOR ME CREA EN MI PERFECCIÓN?» (es una de las facetas del Sistema Isha que les enseñamos para que se conecten con su ser), ellos lo hacen, no cuestionan ni preguntan.

Luego les enseñamos a mover sus emociones de manera responsable, no proyectando sobre el otro. Les enseñamos a comunicarse, a escuchar, a compartir y, como consecuencia, a dar el uno al otro, a unificarse.

Todas esto es algo natural para ellos, pero lo que hacemos es sostenerles eso tan natural, para que continúen sabiendo que son perfectos. ¿Van a seguir teniendo una experiencia humana? ¡Seguro! Van a tener sus dramas y todo lo que viven los niños, eso es lo que los hace evolucionar, pero van a tener una base interna que va a ser muy sólida, llena de alta autoestima en lugar de auto crítica o fanatismos, o presiones.

¡Y es vital eso! Necesitamos educar a los niños para que sean felices, responsables, dichosos, enfocados en el amor. La consecuencia de esto es que serán productivos, van a dar, les va a importar todo profundamente porque se van a amar a sí mismos. Les va a importar el medio ambiente, les va a importar el otro, se van a unificar el uno con el otro, porque los niños que tienen la autoestima alta aman, y la naturaleza del amor es dar, y aceptar, y abrazar.

Estamos plantando las semillas de la felicidad, las semillas de la compasión, para comenzar a abrazar todas las individualidades sin prejuicios. Entonces imagina cómo será el mundo. Porque existe absoluta abundancia, todo esto es energía que nosotros tenemos el poder de cambiar a través de nuestro foco. Desafortunadamente en este momento estamos enfocados en el miedo, en la carencia, en la protección, en la individualidad y el egoísmo, y no es necesario que sea así.

Sólo se trata de personas amándose a si mismas. Como consecuencia tendremos un mundo diferente, un mundo abundante.

Las personas que se sienten bien consigo mismas, dan, es natural dar, son excelentes en lo que hacen y es así como somos cuando nos sentimos completos dentro de nosotros mismos. De modo que el éxito, el desarrollo sustentable, empieza por cada individuo y es un camino interno que va transformando el afuera.