El no estar abrazando el momento presente, el estar ausentes en pos de un anhelo futuro, es algo que nos lleva a sufrir. Ponemos nuestra felicidad en lo que va a suceder, pero ¿qué pasa cuando llegamos a ese momento – más allá de que logremos el objetivo o no -, si nuestra felicidad estaba dependiendo de ello?

Hará falta otro deseo, otra esperanza, otro objetivo – que también estará en el futuro -, que será lo que finalmente nos hará felices. Y la historia continúa interminablemente. Siempre hay algo que no tenemos en este momento, algo que nos falta.

Observemos a los niños: durante horas pueden estar ocupados en algo hasta lograr lo que quieren. Van experimentando en el momento, totalmente enfocados, siendo un 100% ahora, y disfrutando en ese hacer. Hasta que sienten que ya está, que lograron lo que querían, no con el peso del «tener que» o «deber hacer», no con la inquietud del «que dirán”, con miedo a ser criticados, sino en dicha, haciendo, siendo, conectados con su ser. Nosotros nos imponemos objetivos, nos imponemos demostrar, lograr, y es así como terminamos exhaustos.

Eso no significa que no podamos organizar nuestra vida, por supuesto que sí. Pero tenemos que aprender a abrazar cada momento y a transformarlo en un viaje de autodescubrimiento, de dicha, de estar presentes con nosotros y con la vida.

La dicha es en este momento, y no tiene que ver ni con la situación financiera o social, ni con la belleza, ni con quien te ame, ni con nada externo. Tiene que ver con lo que tú eliges aquí y ahora. Si postergamos el ser, en este momento, por lo que vaya a suceder cuando tengamos “la pareja perfecta que nos hará felices”, o para cuando logremos “esto” o “aquello”, estaremos persiguiendo una ilusión, en lugar de estar totalmente presentes en nuestra vida eligiendo la felicidad interna, irradiándola en todas partes y en cada momento.

Comienza a ser sensible a qué es lo que te hace sentir bien, esa sensación linda, silenciosa y profunda que viene porque sí. En este momento, si prestamos atención a nuestra cabeza – que se pelea con todo y anda negando lo que está sucediendo, queriendo que sea de otra manera – ¿cómo nos sentimos? No muy bien, ¿no es así?

Pero si nos conectamos con el corazón, entregándonos en este momento a ese suave sentir, ¿cómo nos sentimos? ¿Dichosos y felices porque sí? ¡Efectivamente! Entonces, comencemos a discernir cuándo es amor y cuándo es lo que nos lleva a sufrir una y otra vez, por el hábito de enfocarnos en el descontento.

Enfócate en aquello que quieres, pero que tu felicidad no dependa de ese objetivo. La felicidad es ahora. No transformes a la felicidad en algo que dependa de ese resultado y tampoco te resientas, solo sigue enfocándote. La vida se trata de evolución, puedes tener cientos de experiencias en el camino hacia tu objetivo. Y las cosas no siempre vienen exactamente como nosotros queremos. Una vez que comienzas a decir sí, todas las experiencias se transforman en maravillosas experiencias.

Articulo original tomado de Estrella Valpo