Ahora que hemos visto la importancia de escucharnos a nosotros mismos, podremos conectarnos con otro aspecto imprescindible, que es el decir y expresar siempre lo que uno siente. Así, nos vamos vaciando de lo que nos separa de los otros y nos volvemos receptivos a lo que nos une.

Para profundizar en ello te haré algunas preguntas prácticas:

  • ¿Existe alguna relación en particular en tu vida en la que hayas estado reprimiendo tus sentimientos en vez de hablar lo que piensas?

Si es así, considera la posibilidad de tener una charla de corazón a corazón con esa persona y hacerle saber lo que te ha estado molestando. Habla desde un lugar de compasión y amor, y permanece abierto a escuchar lo que tienen que decirte. Luego, observa cómo te sientes. Es muy probable que estés sintiendo una gran sensación de alivio por haber expresado tus emociones reprimidas.

  • ¿ Siempre tus conversaciones se convierten en discusiones?

Tal vez encontrarás que los más pequeños desacuerdos gatillan argumentos desproporcionados y que antes de terminar de dar tu punto de vista, el otro ya reacciona con una idea antigua con respecto a lo que tú estás pensando, y viceversa.

Entonces ¡escucha! Cuando tu pareja te esté hablando, realmente escucha lo que te dice, especialmente si no estás de acuerdo.
Encontrarás que las cosas que menos quieres escuchar son las que más te pueden ayudar a crecer. No es que tengas que estar de acuerdo con el otro, solo te estás abriendo a recibir lo que tiene para mostrarte. Cuando uno escucha, aprende mucho sobre la otra persona, pero lo más importante, aprende mucho sobre uno mismo.

  • ¿Estás resentido?

Si no expresas abiertamente lo que sientes, ese resentimiento empezará a crecer dentro de ti, y detonará con las cosas más pequeñas y tontas. Si encuentras que, durante una discusión, vuelves a sacar la lista de todos tus resentimientos, es que necesitas ser más transparente, más vulnerable.

  • Cuando un ser querido viene a hablar contigo, ya sea tu hijo, tu novia, tu esposo, tu madre, bríndales toda tu atención. Haz contacto visual, encuentra algo que puedas apreciar, pregúntales cómo se están sintiendo.  Enfócate en realmente escuchar su respuesta, conectándote con ellos desde tu corazón. Encontrarás que, al prestar atención a estos pequeños detalles, tus relaciones serán más íntimas, más honestas y amorosas.

Enfócate en valorar y dar gracias por las pequeñas cosas de la vida, por la belleza del mundo que te rodea, por la risa espontánea compartida con alguien. Fíjate cuántas veces al día te es posible dar gracias en voz alta. Si algo o alguien te trae alegría, dale las gracias. Aprecia la belleza que ves a tu alrededor. Al escuchar y ver tu apreciación del mundo y de tus seres queridos, serás un buen ejemplo para los que te rodean, especialmente para tus hijos, y harás que se sientan más cerca de ti. Cultiva y desarrolla este arte de escuchar como tu plantita más preciada y sin duda, sus flores y frutos serán de puro amor.

 

Articulo original tomado de Estrella Valpo