La mayoría de nosotros considera que la indecisión es un defecto, algo que debe ser superado. c, y para remediarlo, nos forzamos a tomar decisiones, cuando en realidad aún no estamos seguros de qué es lo que queremos.

Esto es una forma de auto abandono, una obligación auto impuesta basada en la idea de cómo “deberíamos” portarnos: “La gente decidida es más confiada, más poderosa, más dinámica”. Pero ¿es cierto eso? Un joven que decide qué carrera seguir sin realizar una introspección a fondo para saber qué quiere hacer con su vida, ¿es mejor que otro que se toma más tiempo en decidir, probando varias actividades, antes de tomar una decisión más fundamentada? No rechaces tu incertidumbre para disfrazarla de aparente capacidad de decisión. En lugar de eso, confía en tu indecisión.

Una de mis estudiantes tiene un hijo que practicó mi sistema desde la edad de dieciséis años. A los veintidós, seguía sin saber a qué quería dedicarse. Probó varias carreras universitarias pero siempre perdía el interés antes de terminar. Parecía apático y desinteresado y su madre comenzó a preocuparse. Cuando ya había perdido las esperanzas, él llegó muy claro manifestando que había decidido convertirse en chef.

Al regresar a su país tras cursar solo un año de gastronomía en París, fue contratado como chef del Presidente de la república de su país. Muchos pensaron que ya había dejado pasar demasiado tiempo para elegir una buena carrera, pero una vez que estuvo claro en su corazón, avanzó decidido y con un propósito definido. Como resultado, logró tener éxito rápida y eficientemente.

Si no logras ver un camino claro, tal vez sea porque, por ahora, es mejor no tomar ningún camino. Cuando te sientas indeciso, espera… solo espera. Confía en que tendrás claridad.

Respeta tu incertidumbre, es parte de tu intuición, de tu sensibilidad. No incursiones en algo solo porque no soportas la idea de quedarte quieto. Al igual que un gato que se tiende meditativo para después usar toda su energía y arrojarse sobre su presa en el momento oportuno, usa tus momentos de incertidumbre para regodearte en la gloria de ser, y usa tus momentos de certeza para actuar. Tus actos serán más efectivos, más congruentes con tu corazón.

A menudo nos sentimos indecisos porque tenemos miedo de cometer un error, pero en realidad, nunca puedes cometer un error: puede que los resultados de tus acciones no sean siempre los que esperas. Sin embargo, es a través de estas experiencias de vida que evolucionamos y crecemos. Los resultados inesperados amplían nuestras fronteras y nos traen mayor madurez. Es así como descubrimos que la alegría no depende de que todo salga como deseamos, sino de nuestra elección interna de amar por encima del miedo, de nuestro compromiso interno con nuestra propia felicidad.

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