En esta sociedad de consumo, el culto a la imagen transforma todo en un producto potencial, en un marketing posible. Para los códigos sociales, la imagen es lo más importante.
Y así, al provocar en nosotras pensamientos o sentires como resultado de la comparación de “yo no me siento perfecta”, “yo no me siento hermosa”, y en realidad no dejamos ni por un momento de compararnos con los modelos de perfección que a través de los medios se nos graban y que condicionan nuestra percepción.
Si somos bajitas y redonditas, entonces no tenemos esperanzas de llegar al modelo que se establece como belleza: altas y flaquísimas son las que caminan por la pasarela, a las que les calza perfecto la mayoría de las ropas bonitas y que son de talles más bien pequeños.
Y si no somos altas y con delgadez casi esquelética, entonces ¿cómo hacer para sentirse una misma bien con la propia imagen y sin importar lo que los otros y la sociedad digan y marquen?
El único camino que yo conozco, y yo he estado allí, es el amarse a uno mismo, pues cuando las personas no se aman a sí mismas en realidad no importa cuán perfectos sean, ni el que cumplan con el estereotipo que nos marcan los estándares de perfección y belleza.
Ellas no lo sienten tampoco, porque se sienten vacías, no hay nada que puedas arreglar externamente, en realidad, que te haga sentir perfecta y hermosa. Te puedes reconstruir estéticamente con el mejor cirujano, quedar hecha una muñeca modelo, y no te vas a sentir satisfecha.
Lo único que puede lograr que te sientas bien contigo misma es el amor incondicional, y desde allí, entonces, la comparación ya no existe, porque nada va a ser más perfecto que como es en tu sentir, nada va a ser más hermoso que tu misma una vez que encuentras tu esencia absoluta, y además vas a poder ver esa perfección, esa belleza, porque lo vas a poder ver en el espejo, lo vas a sentir,…te lo reflejará, y tu percepción va a cambiar completamente, pero esta vez, el cambio es interno, es real, eres tu amándote a ti misma!
Y entonces la mejor relación de tu vida dará comienzo. Esta semana te invito a practicar un ejercicio que siempre doy a mis estudiantes, cuando tienden a estar enganchadas en la autocrítica y la inseguridad.
A la mañana y a la noche, cuando se van a lavar los dientes, dedíquense a mirarse un poco a los ojos, no con crítica, no buscando que está mal, sino como miran a una niña, a un ser que aman, mirar a los ojos y así de a poco crear una relación más cómoda consigo misma.
Si estás practicando las facetas del Sistema Isha, pues utiliza la tercera al mirarte, y así irás sintiendo como la flor del amor a ti misma se abre irradiando un perfume que te cautivará. Y en la próxima columna, me cuentas.