En verdad, sólo podemos tomar responsabilidad absoluta cuando nos animamos a evolucionar, y esto significa estar cambiando en forma permanente, tal como la vida misma lo hace con la naturaleza: en el giro continuo de un planeta que nos lleva volando por el universo – de lo que ni nos damos cuenta siquiera – en una respiración que no cesa nunca mientras vivimos y está produciendo cambio de oxígeno y purificación de la sangre, en el constante bombeo de un corazón que nunca detiene su danza de la vida, de lo que tampoco nos percatamos mientras, atareados, vivimos nuestra cotidianidad desde una mente que nos sumerge en sus preocupaciones y muchas veces no nos deja disfrutar.
La revolución interior que permitimos que suceda cuando queremos cambiar y comenzamos a dar los pasos en consecuencia, permite que el proceso evolutivo externo sea fluido, gozoso, de realización y dicha. Finalmente estamos fluyendo con la vida misma, finalmente estamos viajando en las alas del amor-conciencia y sobrevolando cielos de paz perpetua en los que no cesa el asombro y la maravilla de la creación misma. Finalmente podemos comenzar a decir que estamos viviendo.
El enemigo ignorado que tenemos en este proceso es el apego a lo que nos da una cierta seguridad ilusoria. El miedo al cambio, tal como el miedo a la muerte, está grabado profunda e inconscientemente en nuestra personalidad. Y ahí está el viajante comenzando este vuelo por sobre las nubes de su percepción limitada de la vida.
Todos y cada uno de nosotros hemos tenido sacudidas y llamados en nuestra vida, para dejar de vivir dormidos o ignorando algo fundamental, mostrándonos la oportunidad de un gran salto. ¿Y qué hay de ti? ¿Cuáles han sido tus llamados a despertar en la vida? Tal vez ha llegado el momento de dar gracias por ellos.
Mira tu vida en retrospectiva e identifica los momentos en los que se han dado los grandes llamados a despertar. ¿Qué aprendiste de ellos? ¿Cómo te ayudaron a crecer como persona? ¿Supiste apreciarlos en su momento o solo logras reconocerlos como oportunidades para la evolución personal en retrospectiva?
Pregúntale a alguien que comparte tu curiosidad por el auto descubrimiento sobre sus llamados a despertar. Comparte los tuyos con ellos y observa cómo el compartir algo tan íntimo les ayuda a abrirse, así como a tener una mejor perspectiva del viaje de la vida.
Estamos tan acostumbrados a tomar y recibir los eventos como algo que “nos pasa”, y luego nos sentimos víctimas de ello, cuando en realidad, la vida nos trae la gran oportunidad de dar un giro a ese rumbo, de elegir si estamos siendo lo mejor de nosotros mismos o simples robots que responden al programa sin cuestionamiento.
En la vida tenemos dos opciones: podemos elegir amar o temer, abrir o cerrar, confiar o dudar. Mostrarnos como somos o escondernos de los ojos del mundo. Culpar a los demás por nuestras limitaciones o asumir la responsabilidad del cambio interior. ¿Qué eliges tú?