Mi llamada a despertar la experimenté cuando, gracias a la directora de mi escuela, vislumbré el verdadero significado de la palabra “responsabilidad”. Todos hemos sido llamados a despertar en nuestra vida: se trata de momentos en los que nos damos cuenta de que existe algo más, algo que podemos vivir de forma distinta y que nos hará sentir más plenos. Solemos ignorar estos avisos, pero la oportunidad sigue tocando a la puerta, hasta que nos damos cuenta de ello.

Estos avisos pueden llegarnos en la forma de una epifanía, en las palabras de otros e incluso en palabras que hemos escuchado mil veces sin comprenderlas. A veces estos llamados se presentan ante una tragedia: una pérdida que nos hace preguntarnos quiénes somos, para qué vivimos y hacia dónde nos estamos dirigiendo. En su momento, puede que estos llamados parezcan terriblemente duros, pero eventualmente nos conducen a una mayor madurez, a conocernos mejor, aumentado la compasión y la sabiduría.

Mi llamado a despertar comenzó con el mensaje de la directora, convirtiéndose después en una voz interior que me guió desde las profundidades de mi ser y que culminó en una transformación tan profunda apenas logro reconocer a la persona que antes fui con una vida más bella de la que jamás sentí merecer, más bella aún de lo que creía posible.

¿Cuáles han sido tus llamados a despertar en la vida? Tal vez ha llegado el momento de dar gracias por ellos y por las grandes intuiciones a que te llevaron.

Mira tu vida e identifica los momentos en los que se han dado los grandes llamados a despertar. ¿Qué aprendiste de ellos? ¿Cómo te ayudaron a crecer como persona? ¿Supiste apreciarlos en su momento?

Pregúntale a un amigo o a tu pareja sobre sus llamados a despertar. Comparte los tuyos con ellos y observa cómo el compartir algo tan íntimo les ayuda a abrirse, así como a tener una mejor perspectiva del viaje de la vida.