Los animales son grandes maestros de amor-conciencia. Son la presencia en acción: nunca gastan energía innecesariamente, nunca se preocupan, nunca se estresan, nunca se lamentan. Los animales se ocupan de lo que sucede aquí y ahora, abrazando este momento —sintiéndolo, oliéndolo, mirando y oyendo––. Para los animales, el ser es siempre suficiente. Observar a los animales en acción, sentir su presencia o únicamente estar con ellos, es una gran forma de cultivar la capacidad de atestiguar.

Aprendiendo a apreciar usando la naturaleza

Durante un viaje reciente a la Columbia Británica, en Canadá, tuve el privilegio de observar a los osos grizzli en su ambiente natural. No recuerdo haber estado en un lugar tan remoto ni haber estado rodeada de semejante belleza natural. Alojados en una cabaña flotante en las prístinas aguas de un río, pasamos los días en pequeños botes. Las montañas con las crestas nevadas, vestidas de pinos, nos envolvían en el majestuoso silencio de la naturaleza.

En dicho lugar, en el que ni las líneas telefónicas ni las señales de satélite se atreven a entrar, la enorme belleza y la magnificencia del mundo natural inspira asombro. El silencio destaca por sobre todas las cosas, un silencio tan absoluto que capta de inmediato tu atención.

Los animales siempre viven en el aquí y ahora.

Los protagonistas de este lugar glorioso, los gigantescos osos grizzli que mascan las plantas que crecen en la ribera, se convierten en payasos juguetones con expresiones de torpe alegría, desmintiendo su ferocidad potencial. Probablemente fue algo bueno el que estuviéramos en un bote: de haberme acercado más, podría haber sucumbido a la tentación de correr y abrazar a uno de estos osos… ¡lo cual podría no ser tan bonito como yo imaginaba!

Lo que más me gustó de los osos fue su ostensible felicidad por el hecho de ser osos. Los osos no se avergüenzan por su caminar torpe ni tratan de ser más gráciles. No ves a los osos mirándose en el reflejo del agua para ver si están gordos o no. Tampoco los encuentras deseando ser otra cosa que no sea un oso, ni pretenden estar en otro lugar que no sea el aquí y el ahora.

Abrazar lo que es. Sin Juzgar.

Los puerco espines no desean ser más tersos ni las serpientes más amigables. Las cacatúas no pretenden ser más silenciosas. Los animales son animales, son ellos mismos, atestiguan su entorno, abrazan lo que es, fluyendo con los cambios en su medio ambiente. Solo los humanos nos juzgamos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Solo nosotros, los humanos, pensamos que necesitamos cambiar las cosas.

Adquiriendo el hábito de ir adentro.

Cuando adquieres el hábito de ir dentro de ti, comienzas a darte cuenta de que el luchar constantemente contra la realidad del momento presente, es una adicción. Nos inquieta, nos pone nerviosos y estamos acostumbrados a sentirnos así. Por lo tanto, uno de los primeros objetivos que debemos tener al aprender a atestiguar, es liberarnos de esta sensación. Al igual que pasa con cualquier adicción, el luchar contra la realidad es una forma de evitar ir a nuestro interior para estar con nosotros mismos.

Al desarrollar nuestra capacidad de atestiguar nos volvemos más conscientes del impulso a perdernos en lo externo, por lo que resulta más sencillo detectar la respuesta de pelea cuando ésta surge. De modo que la próxima vez que te descubras peleando con tu realidad, tómate un momento para anclarte en tu interior.

  • Concéntrate en abrazar el momento tal cual es, justo ahora.
  • Tráete al presente
  • Observa el paso de los pensamientos.

Luego, cada vez que se presente ese intento de pelea con la realidad, tienes la oportunidad de adentrarte un poco más en el hábito de estar en el presente, anclándote en las profundidades quietas y silenciosas de tu Ser.

Tu Ser propio y único

espera en las profundidades de ti mismo.

Pd: Comparte aquí 3 cosas que puedas apreciar en este momento.