El amor-conciencia es nuestro ser, mientras que el ego es un personaje artificial. El ego es la fachada frágil que cubre nuestra verdadera esencia, nuestra belleza única.  Nace de la idea errónea de que hay algo malo con nosotros.

Ocultando nuestros defectos

El ego abarca el conjunto de máscaras que usamos para protegernos, en un mundo en el que consideramos que la autenticidad no nos da seguridad. Asociamos al ego con la soberbia y la presunción, pero en realidad proviene de sentimientos de inseguridad, insuficiencia e insignificancia, proyectando una supuesta grandiosidad con tal de mantener ocultos nuestros defectos.

Del ego hasta nuestra verdadera esencia

Sin embargo, el ego no es inherentemente malo: lo requerimos para poder funcionar mientras maduramos, hasta encontrar nuestra verdadera esencia. Ahora bien, cuando nos unificamos con nuestro verdadero Ser y encarnamos el amor-conciencia, nuestro brillo se torna demasiado intenso como para ser eclipsado por el ego.

En este punto el ego se disuelve naturalmente, tal como los zorros mudan su grueso pelaje cuando las heladas invernales dan paso a la primavera. La comprensión intelectual contribuye poco a este proceso: nuestro afán por aplacar al ego a través del análisis, es como un perro que persigue su propia cola.

Diferencia entre el ego y el amor-conciencia

Al atestiguar durante tus actividades diarias, tu capacidad de discernir entre el ego y el amor-conciencia (la cabeza o el corazón, la ilusión o la realidad, el temor o el amor) crecerá en forma natural. Al aprender a ser testigo de tu mente cultivarás una mayor conciencia que te permitirá desapegarte del ego, liberándote del miedo, la duda, la crítica destructiva y la negatividad.

Duda versus claridad

Es posible que tengas una revelación y luego te preguntes: “¿Eso proviene de mi mente o de mi corazón?” ¡La duda nunca proviene de tu corazón! La claridad sí, y viene de pronto, en una ráfaga de conciencia. Llega con alegría, con amor, con poder: así es la voz del corazón.

La voz del amor-conciencia

Si una voz en tu interior dice: “No te mereces lo mejor”, o si te minimiza de cualquier otra manera, ¡se trata de tu ego! Puedes sentir la diferencia físicamente: la voz del amor-conciencia es optimista, mientras que los pensamientos negativos del ego te bajan al suelo, como un pedazo de plomo.

La manifestación física más extrema de esto es la depresión, que en su forma más honda nos deja postrados. Así de grande es la inercia de la negatividad: resulta bastante difícil dar al mundo cuando ni siquiera puedes salir de la cama.

¿Sabes diferenciar entre la cabeza y el corazón?

Elige, entre estos pares de oraciones, la que mejor representa la voz del ego:

*Quiero dar.
*No tengo suficiente para dar.

* Soy ilimitado y puedo lograr lo que quiera.
*No debo ser muy ambicioso, me puede ir mal.

*Mientras más me amo, el espejo me muestra mi perfección.
*No me veo tan mal, pero aún debo mejorar mucho.

* Cuando salga de esta confusión podré discernir entre lo correcto y lo equivocado.
*Si me siento en silencio, la respuesta llegará.

* “No puedo” es solo una idea.
*Mejor no lo intento, para no desilusionarme.

*Si les digo lo que pienso, heriré sus sentimientos.
*La verdad vuela más alto.

Usa estas frases para ayudarte a discernir entre lo que sirve y lo que no, entre lo que proviene de una alegre celebración de la vida y lo que viene del círculo vicioso de la autocrítica. Puedes disminuir el poder de tu ego, no ignorándolo, sino abrazándolo amorosamente.

A medida que aprendas a ser testigo de la mente, te será fácil encontrar la diferencia entre los pensamientos del ego y las intuiciones del amor-conciencia. Es fácil conocer a tu corazón: es alegre.

Escucha a tu corazón,

da desde tu corazón.