En algún momento tendremos que vernos a nosotros mismos profundamente. Podemos buscar siempre en lo externo, pero en algún momento tendremos que dar una mirada hacia adentro y tomar responsabilidad, pues tendremos que sanar y encontrar un espacio de paz en el que nuestra vida sea posible no sólo vivirla, sino disfrutarla, apreciando y agradeciendo. O sea, tendremos que expandir nuestra conciencia y entregarnos a la vida.
Esto requiere un corazón valiente, pero si vas poco a poco saciando esa sed de auto-conocimiento y sintiendo que estás llegando a casa, verás que el cultivar la conciencia se hace cada vez más fácil y se vuelve algo natural. Mientras más conciencia experimentas, más puedes confrontar los miedos. A algunos les cuesta ir más allá, pues se encuentran con esa parte de ellos mismos que les habla constantemente de estos miedos, y esa parte es el ego.
Yo no me enfoco tanto en el ego, ya que he visto a muchas personas quedarse atrapadas en la lucha por destruirlo. Esto proviene de un malentendido muy común: la idea de que el ego es intrínsecamente malo.

No hay nada malo con el ego, es sólo una protección. El ego comprende la personalidad, las máscaras y las defensas que utilizamos para ocultar nuestra inseguridad. Para explicar esto, a menudo uso la siguiente analogía:
Imagina que eres un huevo de águila. El águila bebé que está adentro representa el amor-conciencia, tu verdadero yo, tu máximo potencial. Pero tú no sabes que el águila existe, por ahora eres solo un huevo. La cáscara representa el ego, su función es proteger lo que aún no está maduro, proteger al águila bebé del mundo, hasta que esté listo. Puede que esta cáscara se presente como un falso orgullo o arrogancia, o como inseguridad o humildad fingida. Es la vocecita que te dice que hay algo malo contigo, que deberías ser diferente. Es la voz que siempre te tira hacia menos, manteniéndote en tu pequeñez, dudando, desconfiando, preocupándote. ¿Hay algo malo con la cáscara del huevo? No. Solo está haciendo su trabajo, protegiendo hasta que el águila haya crecido y esté fuerte. Cuando el águila bebé es lo suficientemente grande empieza a romper la cáscara. Cuanto más se expone a la luz más rápidamente la cáscara se cae, porque con cada grieta nueva el águila se da cuenta de una realidad más grande que la que haya conocido jamás y entonces aumenta su deseo de liberarse de lo que limita su crecimiento. Cuando finalmente se libera, la luz se precipita a envolverlo desde todos los ángulos, mientras se regodea en la gloria resplandeciente de su nuevo reino. Desplegando sus alas, él sabe que ya no es la pequeñez estrecha del huevo, sino el rey de los cielos.
En tu viaje hacia el encuentro interior no trates de destruir al ego, pues al hacerlo solo estás alimentando la separación interna. Enfócate, en cambio, en cultivar esa majestuosa águila que está dentro de ti. Cuando tu conciencia haya madurado, el ego se desprenderá naturalmente y sin esfuerzo alguno, porque ya no quedará nada que proteger. Creo que la forma más amorosa y cuidadosa de lograr amarse a uno mismo, incondicionalmente, y yendo más allá de las autocríticas que nos limitan, es a través de la apreciación, la gratitud y el amor, cultivando así la unidad contigo mismo, con la vida y con el mundo.
Articulo original tomado de Estrella Valpo