Imagina un cofre conteniendo un tesoro que está en el fondo del mar. En un día claro, desde la superficie, puedes verlo relumbrar al fondo, a través de las aguas cristalinas. Sin embargo, cuando el agua está turbia y agitada, el tesoro desaparece de nuestra visión. Es lo mismo con nuestra paz: si vivimos la vida en la superficie, será intermitente.

Cuando las aguas están quietas nos sentimos relajados, centrados y calmos. Si los vientos soplan a nuestro favor podemos sentirnos confiados, seguros e inspirados. Pero cuando una tormenta trae el caos a nuestros horizontes, nos sentimos aturdidos, preocupados, agitados.

Llevando la atención hacia adentro

Cuando llevamos nuestra atención hacia adentro y activamos nuestra capacidad de atestiguar, es como si prendiéramos la luz en un sótano abandonado. Al hacerlo, podríamos preferir volver a apagarla en lugar de enfrentarnos al desorden causado por tantos años de negligencia. Sin embargo, reaccionar así no repara los daños. Si deseamos limpiar el sótano, la luz debe seguir encendida. Tenemos que estar dispuestos a enfrentar lo que allí encontremos.

Enfrentándonos con nosotros mismos

La buena noticia es que lo que encontremos no será tan terrible como tal vez creamos. No hay dragones en nuestro sótano, ni demonios u otros monstruos, solo hay emociones. Claro que puede ser atemorizante enfrentar nuestras emociones reprimidas, pero lo peor que puede pasar es que lleguemos a sentir ¡y nadie ha muerto por sentir una emoción! De hecho, nos hacemos mucho más daño, tanto física como psicológicamente, al ignorar nuestros sentimientos.

Al igual que todos, naciste siendo único, idéntico a nadie más, siendo una representación divina, perfecta, en una forma humana. Pero has cubierto a esta persona maravillosa con tantas máscaras, ideas, deberes y prohibiciones, que cuando empieza a emerger tu verdadera esencia, es como descubrirte por primera vez.

Descubriendo la mejor compañía

Cuando te vuelvas a conectar con tu Ser sumergido, descubrirás que su compañía es el estado más pleno que existe, porque nadie te conoce tan bien como tú. Estar contigo mismo se convierte en una delicia: descubrirás una plenitud que ninguna pérdida o tragedia puede quitarte, pues vayas donde vayas, estarás siempre en esa plenitud. Siempre dispondrás de ti mismo para tener compañía.

Ser libres siendo vulnerables

Si eres vulnerable, podrás prescindir de las protecciones, esas paredes y máscaras que hemos construido para ocultarnos del mundo. Da miedo hacer esto, porque nos deja abiertos a sentir la fragilidad y la inseguridad que estas paredes encubrían.  Pero el hecho de cubrir la fragilidad y la inseguridad no las hace desaparecer. Para poder liberarnos de estos sentimientos, debemos abrazarlos y entregarnos a ellos.

Testigo de tus emociones

Te sorprenderá saber que puedes mantener tu experiencia de amor-conciencia dentro de cualquier estado emocional. Nuestras emociones cambian —a veces nos sentimos felices, a veces nos sentimos tristes—, pero el amor-conciencia sigue siendo una constante.

Cuando seas testigo de tus emociones,

descubrirás que puedes sentir intensamente,

y a la vez,

atestiguar desde un espacio interno

de alegría y desapego.