Soltamos el ego a través de un proceso. Como ya les he compartido, el ego es en realidad nuestra personalidad, nuestras protecciones, nuestros miedos, nuestra arrogancia. Pero no es que vamos a decidir de buenas a primeras “suelto mi ego” ¡y se fue! No es así, porque el ego está protegiendo algo que aún no está maduro.
¿Y de dónde viene el ego?
De la cabeza: de los programas, las memorias, las ideas, los sistemas de creencias. Y poquito a poquito podemos empezar a desafiar esas ideas, podemos empezar a ver las protecciones, y eso ocurre cuando nos permitimos liberar las emociones y el estrés. Y también, y muy importante, cuando cultivamos el hacernos conscientes del momento presente.
El ego siempre tiene una respuesta
Porque el ego es así, es muy rápido, siempre tiene una respuesta, siempre tiene una defensa, siempre tiene una imagen que defender, que proteger, siempre, porque no estamos presentes. Pero cuando sí lo estamos y nos anclamos en un lugar de silencio interno, podemos empezar a verlo y podemos empezar a cambiar, porque comenzamos a atestiguarnos a nosotros mismos.
De modo que cuando hacemos un proceso, empezamos a vaciarnos, y algunas cosas van a ser evidentes, van a ser tan tan claras: comenzamos a ver nuestras protecciones, a conocer nuestra imagen, sabemos lo que estamos tratando de imponer, de ocultar, de conseguir.
Empezando a ver con claridad
Pero hay muchas cosas más sutiles de las que no nos damos cuenta, y son aquellas que nos hacen sufrir: los lugares en los que no creemos en nosotros, en los que estamos fingiendo, aparentando ser más grandes de lo que realmente nos sentimos, pues adentro nos percibimos pequeños e inseguros. Y vamos comenzar a ver eso con claridad.
Las personas que no tienen ego simplemente son normales, no están tratando de demostrar nada.
Las personas con conciencia han dejado ir su ego y son muy reales, no tienen que estar fingiendo ser algo que no son. Pueden decir que no saben, pueden decir que no pueden hacer algo, pero no necesitan fingir, y eso es lo que significa no tener ego: tener esta abundancia interior que da, porque está desbordando, dando en cada momento, pero no hace falta que “se vea” de una determinada manera, sólo es natural, sólo somos nosotros mismos.
Ser personas auténticas
De modo que, básicamente, cuando hacemos un proceso, lo que estamos haciendo es que nos estamos transformando en nosotros. No es tan difícil, y mientras más conciencia tenemos, más difícil es sostener aquello que “pretendíamos”, es muy difícil sostenerlo porque es extremadamente frágil. Y eso lo vamos a ver, y ya no lo vamos a querer más, porque duele, lastima.
La clave es amarnos a nosotros mismos
A medida que nos comenzamos a amar a nosotros mismos, dejamos de abandonarnos. Podemos ver aspectos que consideramos que están bien, otros no tanto, pero el juicio se va. Es simplemente algo normal. Si en cambio continúas teniendo una postura, eso refleja que aún está ahí el ego apegado. Incluso la humildad es una postura: “Mírenme, ¡soy tan humilde!”, y eso sigue siendo ego.
La falta de ego,
la ausencia de ego total,
es simplemente silenciosa y natural.
Se mueven emociones, como los niños, pero no como un niño tratando de llamar la atención, sino simplemente como un niño siendo él mismo. Te invito a probar.